miércoles, 15 de julio de 2009

tres cartas desde París

Te escribo esto porque, aunque intente decírtelo, no me harás caso. Me voy. Tomaré mi tiempo así que si lees esto aún podrías alcanzarme en la puerta. Piénsalo.

Ya estoy harto de que no me tomes en serio. Podría sentirme un poco mejor si me odiaras o si te burlaras de mí frente a todos, pero no. Soy como una mascota que dejó de ser divertida y al parecer invisible porque hay días en los que desaparezco para ti. A veces pienso que te comportas así porque quieres que me vaya. Si es así, te di gusto una vez más.

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Me cansé de ser tu objeto, de que me fueras dejando solo poco a poco. De que busques mis favores cuando nadie más te pueda ayudar. Ojalá fuera muy a menudo. De llamarme despilfarrador y artístico. Pero a la vez disfruto estar contigo y soy muy feliz cuando salimos y me dedicas unos minutos de tu tiempo. Extraño ir a la Ópera contigo y me importa un comino pisotear mi autoestima: amo ser tu accesorio y engalanarte, pero odio ser sólo una diversión para tí.

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No quiero dejarte y te juro que esto me duele más que a ti. Pero exactamente ESE es el problema. Tú nunca me vas a querer del modo que yo lo hago, o al menos no me querrás como antes. Veremos si aprendes a amarme ahora que no estoy.

Dices que no tienes dinero y por eso salir con ese chino cara de patata te conviene. Te haces la asombrada cuando el otro enano copión con el que te besuqueas se hace el francesito y te lleva almorzar crepas con clericot, aunque sepas que de cultura no sabe un carajo. No has tomado una calculadora. Sus trattorias salen casi tan caras como los lugares que frecuentábamos y me llena de una angustia terrible que te malaconsejen: con esos sacos pareces jugadora de futbol americano y temo que algún día enseñes más de la cuenta con esas faldas tan cortas que te instan a ponerte.

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Por favor, te lo suplico, déjalos y vuelve sólo a mí. Te juro que no gastaré, iremos a comer croques monsieur a un bistro accesible. Te lo juro por mi madre, no tendrás que gastar una fortuna para seguir siendo feliz a mi lado.

Me sorprendo al escribir esta nota tan llena de contradicciones. Yo, que siempre he sido congruente con mi opinión, estoy diciendo disparates para recuperar tu amor. Yo, que renuncié alegremente a mi libertad desde la primera muestra de cariño de tu parte, ahora me veo forzado a desaparecer de tu escena para ver si así me quieres y sufres por mí. Yo, que amo el lujo, te estoy ofreciendo cortar mi presupuesto para que no despilfarres. Yo, que juré no irme de tu lado así me arrancaran de ti, tengo que dejarte por mi propia voluntad. Yo, tan seguro de mí mismo, dudo que esto te conmueva y lloro por lo nuestro. Ya no puedo más, si no te dejo ahora me arrepentiré el resto de mi vida.

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Adiós, espero que esto te haga reaccionar.


………..



Querida, hace mucho que no te escribía.

La estoy pasando muy bien. Llevo menos de un año y pasé de vivir en un cuarto sin calefacción a un piso donde puedo ver la torre Montparnasse. Pronto será la Eiffel, pero eso toma algo de tiempo.

Me enorgullece decirte que nada me ha faltado desde que llegué y, lo que es mejor, no tengo que trabajar. Esto es algo como unas vacaciones maravillosas que no acabarán, de mi cuenta corre.

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¿Sabes? Mi vida cambió desde el momento en que empecé a pensar en números y no en sentimientos. Ya lo sé, te debes estar revolcando del horror pero eso es básicamente la diferencia entre las dos: tú piensas con el corazón y yo con la cabeza. Si me imitaras, podrías tener la Mac y los zapatos Yves Saint Laurent que sueñas, e incluso mucho más. Pero bueno, algún día entenderás que algo mejor que la virtud es la inteligencia disfrazada de virtud y candidez.

Digamos que soy la gerente de un hotel de superlujo. Les garantizo una estancia maravillosa, sábanas de seda, una cama suave y muchos placeres (menos la comida, para eso existen los restaurantes). Ellos simplemente deben pagar su estancia y comportarse a la altura. Intentan ponerse prepotentes y tendrán sus maletas en la puerta. ¿Cuándo has visto que el Plaza Athenée aguante berrinches de alguien, por rico o famoso que sea? Esa es una gran ventaja de acostumbrarse al lujo: nadie te impresiona.

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Tengo muchos beneficios. Me llevan a donde quiera: La Costa Azul, Namibia, Cuba. Paseo en autos que no existen en nuestro vecindario. Con sólo pedir algo por favor consigo lo que quiero. Y todas las tontitas hispanoparlantes de París, esas que sobreviven con sus míseras becas, se ponen verdes cada que me reconocen en la calle con alguno de mis amigos.

Ellos me encuentran divertida, interesante, apasionada y muy irónica. Opinan que podría ser un poco más culta, pero admiten que no soy una palurda. No se avergonzarían de llevarme al teatro, o a un lugar “neutral” como Notre Dame. ¿Qué pasa cuando se acaba la magia, o cuando tengo lo que quiero? Les digo Auf Wiedersehen. Aparento confusión y sufro… treinta minutos, frente a ellos. Abandonan mi hotel, satisfechos y con ganas de volver a hospedarse en su próxima visita.

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Este negocio no me exige mucho. Yo sólo me esfuerzo por ser encantadora y vestirme con bonitas prendas, aunque luego terminen en el suelo. Ser una reina en la alcoba y fuera de ella. Actuar un poco, ponerme en los zapatos de una enamorada y abandonar mi papel en cuanto me quedo sola. Maquillarme, aunque me pongo un poco más que antes porque los años me están pasando factura. Pero aún me queda mucho, mucho camino por delante.

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No te ofendas pero no todas pueden tener la suerte –o la visión- que yo. Tú, simplemente no fuiste requerida. Y no la pasarás tan bien como yo en este maravilloso lugar. Todo por no dejar tu insignificante moral en la puerta. Eso te pasa por creer en los cuentos de hadas y no querer abandonar tu vida miserable, que a fin de cuentas era menos miserable que la mía porque te daba igual compartir y no tienes mucho que ocultar. Pero ahora estamos a mano.

Te diría “ven a visitarme, iremos a cenar y te daré una de mis Lady Dior para despiertes envidias en tu trabajo” pero visitarme implicaría que vivieras a base de pan y margarina por dos meses. Ven si puedes hacer el esfuerzo, puede que cuando me visites yo viva ya en el Palais de Tokyo.

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…………………..



No comprendo cómo puede existir algo como el síndrome de Stendhal. Simplemente uno no puede enfermarse al entrar en contacto con demasiado arte. Es ilógico, si lo podemos ver diariamente y no se revela súbitamente ante nosotros. Es gradual y siempre está entre nosotros.

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Considero que el arte es una buena forma de conocer la naturaleza humana. Encontrar lo bello en sucesos cotidianos es un privilegio y por fortuna conozco muchas personas que lo han explotado. No niegan sus sentidos y son lo suficientemente sensibles como para que su cerebro les dispare una reacción química al ver, oler, tocar o escuchar la belleza.

Diariamente, mientras camino a la galería y de regreso, desconecto mi razón y me fío de mis sentidos. De un extraño rozándome el brazo, del olor a humedad, una persona silbando en la calle, el cielo. Vivir así me motiva a crear y a comprender lo que los demás entienden por belleza, sobre todo en el campo del arte.

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Las telas también tienen una belleza diferente. Recuerdo cuando estuve en Manhattan y fotografié la instalación de Christo en Central Park. Él y Jeanne-Claude habían escogido un color naranja que alegraba el parque. Era tarde cuando llegué, un día extrañamente frío. Quedé fascinado por su trabajo, pero me agradó más el sonido de las telas al viento. No sé por qué nunca me detuve a escucharlo, a la fecha se volvió mi sonido favorito.

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Aún no conozco alguien que se resista al encanto de una tela bordada. Últimamente he visto telas con intrincados diseños, todos para embellecer una prenda. ¿Cuántas horas tardaría una bordadora para terminarlos? ¿100, 300, 2000? No lo sé.

Bordar es un arte, porque representa una belleza difícil de apreciar: la textil. Porque sus técnicas deben tener muchos años. Porque requieren de paciencia y disciplina. Porque, al igual que los pintores, usan un lienzo y crean imágenes realmente hermosas con cada canutillo, lentejuela y listón que unen a la tela. Porque hacer todo esto requiere de una precisión quirúrgica. Creo que voy a investigar más al respecto.

Plantearme esta posibilidad abre un nuevo camino para mí, y podría tomarlo. Salir de mi mundo blanco y negro, ir por más. Entender porqué los colores cambian, por qué el rincón más profundo del universo guarda algo atractivo para nosotros, entender de dónde viene la belleza. Entender y sentir.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me han encantado estas cartas, y las imágenes que acompañaban, me tengo que atrever a decir que inclusive he puesto una pieza de música (de mi colección personal) y me relajo a leer, en envolvente, y hermosa sensación

Saludos!

trendt dijo...

ay dolor, ya me volviste a dar

Marquis de Lannes dijo...

...sin comentarios!

Anónimo dijo...

¡Me han encantado las tres!
¿Qué tan corazón? Yo, progreso adecuadamente. Cada día mejor. No sabes cuánto me emocionaron tus comentarios. Mil gracias por ser así.
Un besazo enorme.

Ald0rad0 dijo...

JuanP: Gracias!

trendt: Sí, algo así

Marquis: ¿gracias? es broma

ratita: no tienes por qué agradecerme. Espero que todo siga mucho mejor. Un beso!!!

No sé si este post les haya gustado, por favor díganme.