viernes, 24 de octubre de 2008

Balenciaga y la estructura del futuro

Es cierto, mucha agua ha pasado bajo el puente desde que el honorable Cristóbal Balenciaga tiró la toalla hace algunas décadas. El modisto español influenció a toda una generación de diseñadores y artistas visuales en sus creaciones que aún hoy se ven interesantes y dignas de ponerse. ¿Quién no querría usar una prenda cosida a mano por el maestro mismo?

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Sin embargo la era Balenciaga no regresará nunca. Eran tiempos en los que el mundo aún no se movía tan rápido y había espacio –y dinero- para prendas técnicamente perfectas con experimentos en la forma y el material. La casa misma de Balenciaga murió varias veces a manos de empresarios que la transformaron en ropa de segunda (bajo aquellas horrorosas licencias), uniformes y perfumes anodinos con anuncios tontos los cuales, combinados con las mediocres colecciones de un diseñador ya enterrado en el olvido, estaban destruyendo la obra del maestro.

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Y entonces llegó Nicolas. Un joven francés que no se había ocupado de una casa de modas y mucho menos de un negocio en decadencia. Nicolas Ghesquière heredó las ruinas de la mansión Balenciaga e hizo lo que un creador inteligente podría hacer: usó esas ruinas como cimientos y construyó una nueva estructura totalmente diferente acorde con su tiempo y quizás un poco adelantada. No fue fácil regresarle el estatus que un día tuvo aunque para 2004 Ghesquière ya había logrado que la gente volviera a hablar de Balenciaga y para el año siguiente tenía a las editorialistas de moda aplaudiéndole a rabiar.

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No podemos divinizar a Nicolas: algunas de sus colecciones recientes (piensen en Primavera 2008) se inspiraron excesivamente en los archivos de Cristóbal, su ropa suele ser excesivamente cara y en algunas personas tanta vanguardia se puede ver francamente ridícula, por lo cual deben mantener aún ropa secundaria y poner sus esperanzas en los accesorios… los cuales se venden muy bien.

Para esta primavera se presentaron atuendos inspirados en una corriente que le fascina a Ghesquière: el futurismo. Una de las tendencias favoritas y punto coyuntural con Balenciaga, la búsqueda de una nueva silueta a través de una apariencia futurística es uno de los temas que más obsesiona al maestro y al honorable discípulo.

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Balenciaga se distingue también por una excelente técnica en la ropa y accesorios, los cuales se complementan y se pueden usar por separado sin problema alguno. En esta ocasión los bolsos salieron a la pasarela transformados en sobres metálicos y combinados por zapatos que parecían mallones… o una extraña combinación ideada por Pierre Hardy, el genio detrás de los zapatos Balenciaga.

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El futurismo balenciaguesco puede lucirse en la calle sin mucho problema. Los materiales, llevados a un extremo en el que no se sabe si es cuero o látex, seda o lycra, conforman al diseño con una estructura que es apreciable y complementa la personalidad de la clienta promedio y demuestran que no es necesario llevar un vestido negro para ser elegante y causa una impresión al vestirse.

Balenciaga aprovechó también para presentar algunos looks de hombre. Y sobre éstos, quisiera mostrar a continuación los que me gustaría reservar -si pudiera- para mí ;)

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